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25 Sep 2024
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Estado de Israel: una lucha por la libertad

Tras la Segunda Guerra Mundial, grupos y organizaciones paramilitares consiguieron consolidar el Estado judío con el beneplácito de Naciones Unidas
Edit de Israel

Imagen: Jesús Barrera I Diario Hércules

La proclamación de la independencia de Israel en 1948 marcó el inicio formal de su historia como Estado. Este evento culminó tras más de seis décadas de esfuerzos diplomáticos y políticos encabezados por el movimiento sionista, que buscaba establecer una nación soberana en lo que consideraban su patria ancestral: la Tierra de Israel, conocida como Palestina desde la época del Imperio romano.

Historia de la evolución del pueblo judío

El anhelo del pueblo judío de retornar a su tierra se manifestó ya durante el cautiverio en Babilonia en el 597 a.C., y más tarde en el año 70 d.C., tras la destrucción de Jerusalén a manos de los romanos, lo que provocó la diáspora y la dispersión de los judíos por el mundo. Esta aspiración adquirió una dimensión religiosa cuando se vinculó al deseo de la llegada del Mesías.

Durante el siglo XIX, los judíos ortodoxos creían que regresar a la Tierra Prometida antes del Mesías era una herejía. A su vez, algunos consideraban al judaísmo como una religión, no como una identidad étnica o secular. A mediados de ese siglo, el territorio de Israel, entonces bajo control del Imperio otomano, estaba habitado en su mayoría por árabes musulmanes, cristianos, judíos y otros grupos minoritarios. Para 1844, la población judía era la más numerosa en varias ciudades, destacando Jerusalén. Este crecimiento demográfico fue impulsado por oleadas de inmigración debido a los pogromos en Europa del Este y el norte de África.

En la segunda mitad del siglo XIX, además de las comunidades religiosas tradicionales, emergió un nuevo tipo de inmigrante judío: secular y socialista, que buscaba reivindicar la tierra mediante el trabajo agrícola. Así nacieron comunidades como Mikveh Israel en 1870, Petaj Tikva en 1878 y Rishon LeZion en 1882. A finales del siglo XIX, figuras como León Pinsker y Theodor Herzl promovieron la búsqueda de apoyo internacional para establecer un hogar judío en Palestina, aunque no limitaban esa posibilidad exclusivamente a dicho territorio. El Primer Congreso Sionista, celebrado en 1897, reafirmó la voluntad de establecer una patria judía en Eretz Israel.

La Declaración de Balfour de 1917, emitida por el gobierno británico, apoyó el establecimiento de un hogar judío en Palestina, con la condición de que se respetaran los derechos de las comunidades no judías. Este respaldo, que también fue apoyado por países como Estados Unidos, adquirió mayor relevancia después de la Primera Guerra Mundial, cuando la Sociedad de Naciones otorgó a Reino Unido el mandato sobre Palestina.

Durante los años 20, la inmigración judía creció de manera moderada, pero se intensificó en la década de 1930 debido al auge del antisemitismo en Europa, especialmente por la persecución nazi en Alemania. En 1922, las autoridades británicas autorizaron la creación de la Agencia Nacional Judía, que se convirtió en el núcleo de un futuro Estado. Sin embargo, en 1939, Reino Unido impuso fuertes restricciones a la inmigración judía.

Imagen: judíos en la Alemania Nazi

Al concluir la Segunda Guerra Mundial en 1945, la situación cambió. Bajo el impulso de organizaciones pro-Israel, se organizó una migración masiva, mientras que grupos armados como Leji e Irgún llevaron a cabo acciones violentas para presionar a los británicos. Incapaz de controlar la situación, Reino Unido cedió el conflicto a las Naciones Unidas, que el 29 de noviembre de 1947 aprobó la partición de Palestina en dos Estados: uno judío y otro árabe, con Jerusalén bajo administración internacional.

Grupo paramilitar “Leji”

El Leji, también conocido como la Banda de Stern, fue una organización paramilitar sionista fundada por Abraham Stern durante el Mandato británico en Palestina. Su principal objetivo era expulsar a las autoridades británicas mediante el uso de la violencia, promoviendo la inmigración judía sin restricciones y la creación de un Estado judío. En un inicio, se denominó Organización Militar Nacional en Israel, pero en septiembre de 1940 cambió su nombre. A lo largo de su historia, sus miembros se identificaron como terroristas y reconocieron su participación en diversos atentados.

El grupo se separó del Irgún en 1940 para continuar la lucha contra los británicos durante la Segunda Guerra Mundial. En sus primeros años, intentó formar alianzas con la Italia fascista y la Alemania nazi, bajo la creencia de que los nazis representaban una amenaza menor que los británicos para los judíos. Sin embargo, tras la muerte de Stern en 1942, la organización cambió de dirección, adoptando una inclinación hacia el apoyo a la Unión Soviética y una ideología que mezclaba nacionalismo con socialismo revolucionario. Aunque esta nueva postura no logró ganar apoyo popular, el grupo continuó con sus actividades violentas, incluida la masacre de Deir Yassin en 1948 y el asesinato del ministro británico Lord Moyne.

Después de la creación del Estado de Israel en 1948, el Leji fue formalmente disuelto cuando sus miembros fueron incorporados a las Fuerzas de Defensa de Israel. No obstante, algunos de sus integrantes llevaron a cabo un último atentado con el asesinato del diplomático sueco Folke Bernadotte. Este acto provocó que el gobierno israelí declarara al grupo como una organización terrorista, arrestando a varios de sus miembros. Aunque en 1949 se concedió una amnistía general, el legado continuó siendo controversial, y en 1980 Israel creó una condecoración en honor a su lucha por la independencia. Isaac Shamir, exlíder del grupo, llegó a ser Primer Ministro en 1983.

Grupo paramilitar “Irgún”

El Irgún, también conocido como Etzel, fue una organización paramilitar sionista que operó en Palestina durante el Mandato británico entre 1931 y 1948. Surgió como una facción más radical de la Haganá, la organización de autodefensa judía, y se le conocía en su momento bajo nombres clave como Haganá Bet o Defensa Nacional. En secreto, sus miembros se organizaban para llevar a cabo acciones militares que buscaban desafiar tanto a las autoridades británicas como a la población árabe, defendiendo el derecho de todo judío a asentarse en Eretz Israel.

A lo largo de los años 40, fue acusado de llevar a cabo actos violentos considerados como terrorismo, tanto por el gobierno británico como por el Comité Anglo-Americano de Investigación. Varios líderes prominentes, incluidos Albert Einstein y Winston Churchill, se pronunciaron en contra de sus métodos. A pesar de las críticas, sus seguidores sostenían que solo mediante represalias y el uso de la fuerza se podría garantizar la creación de un Estado judío. Esta postura radical lo distinguió como la expresión armada del Sionismo revisionista, ideología liderada por Zeev Jabotinsky. El legado del Irgún fue clave en la creación del partido Herut, que más tarde se convertiría en el actual Likud, uno de los partidos políticos más influyentes en Israel desde 1977. Si bien la opinión sobre su impacto sigue dividida, con algunos que señalan que sus acciones contribuyeron a acelerar el fin del Mandato británico y otros que creen que generaron más hostilidad hacia los judíos, el Irgún dejó una huella indeleble en la historia de la lucha por la creación del Estado de Israel.

Con la creación del Estado de Israel, y tras el impacto de la Segunda Guerra Mundial, la historiografía sionista experimentó un cambio significativo en sus objetivos. La fundación del Estado colocó al sionismo en una posición privilegiada, frente a otras propuestas históricas que buscaban resolver la cuestión judía en Europa, como la asimilación, el bundismo o la ortodoxia religiosa. Las devastadoras consecuencias del Holocausto, que dejó aproximadamente cinco millones de judíos asesinados, reforzaron la convicción de que la creación de un Estado judío era la única vía para evitar futuras tragedias similares.

El contexto internacional de posguerra favoreció la labor de organizaciones como la Agencia Judía, y de grupos paramilitares como la Haganá, quienes lograron consolidar un Estado judío en la Tierra de Israel tras una guerra de tres años. Este éxito disipó las dudas sobre la viabilidad del proyecto sionista frente a la hostilidad árabe y los obstáculos del Mandato británico, reafirmando la necesidad de continuar impulsando la migración judía hacia Israel.

Grupo paramilitar “Haganá”

La Haganá fue una organización paramilitar judía fundada en 1920 durante el Mandato británico en Palestina, con el propósito de defender a las comunidades judías ante la creciente violencia de la población árabe. Sus primeros miembros fueron los habitantes de kibutzim y moshavim, quienes se organizaron tras sufrir ataques como el pogromo de Jerusalén en 1920. Los sucesivos disturbios, como los de Jaffa en 1921 y los motines árabes de 1929, que incluyeron la matanza de Hebrón y la masacre de Safed, fortalecieron su papel en la protección de las comunidades judías.

Entre 1936 y 1939, durante la revuelta árabe, la organización se consolidó aún más debido a la escalada de violencia, en particular tras sucesos como la masacre de Tiberíades. Estos eventos intensificaron la necesidad de una fuerza de autodefensa más organizada y efectiva, que pudiera proteger a los judíos de los ataques en Palestina. A lo largo de este periodo, no solo incrementó su capacidad operativa, sino que también empezó a coordinarse con otras organizaciones paramilitares.

La Haganá se convirtió en el pilar fundamental sobre el que se construyó el futuro ejército israelí, conocido como Tzahal. Sus tácticas, experiencia y estructura organizativa sirvieron de base para las Fuerzas de Defensa de Israel, marcando el inicio de lo que más tarde sería el ejército oficial del Estado de Israel.

Este nuevo escenario internacional y local llevó a la historiografía sionista a cambiar su enfoque. Lo que antes era un esfuerzo por justificar el sionismo ante las potencias europeas, se transformó en una tarea de consolidación del Estado y la identidad nacional. La misión de los historiadores pasó a ser la exaltación del papel de los participantes en la guerra de independencia, la reafirmación del vínculo histórico entre el pueblo judío y la Tierra de Israel, y la definición de los límites territoriales del nuevo Estado.

Historiadores se abocaron a reforzar la narrativa de una conexión ininterrumpida del pueblo judío con la Tierra de Israel, que abarcaba desde la Antigüedad hasta la Edad Media y la era moderna. Este vínculo se convirtió en el eje central de la historia judía contemporánea, y en 1948 la historiografía sionista se transformó en la historiografía del Estado de Israel, enfocándose en su desarrollo interno, sus relaciones internacionales y la convivencia con sus vecinos árabes.

Una de las principales consecuencias de este enfoque fue que la historiografía israelí comenzó a buscar los rasgos comunes del sionismo, dejando de lado el estudio de su desarrollo en distintos países de manera aislada. Los temas recurrentes pasaron a ser la historia del yishuv en la época otomana y bajo el Mandato británico, el despertar de la conciencia nacional judía en la diáspora y el papel de los primeros asentamientos judíos en Palestina como parte esencial de los logros del movimiento sionista.

En 1949, con la mediación de las Naciones Unidas, Israel firmó armisticios con Egipto, Jordania, Siria y Líbano en Rodas, Grecia. No obstante, estos acuerdos no resolvieron el problema palestino, y la violencia en la región continuó a lo largo de las décadas. La guerra también generó una crisis humanitaria, con la creación de más de 700.000 refugiados árabes y cerca de 800.000 judíos, los cuales se vieron obligados a abandonar los países árabes donde vivían.

El 5 de julio de 1950, Israel aprobó la Ley del Retorno, que permitía a cualquier judío en el mundo emigrar al país. La inmigración, que ya había comenzado antes, se intensificó, incluyendo a más de 250.000 sobrevivientes del Holocausto y miles de judíos yemenitas que llegaron a través de la Operación Alfombra Mágica.

Conflicto entre Israel y otros Estados

  • La Guerra de Suez: En 1952, la llegada al poder de Gamal Abdal Nasser en Egipto y su acercamiento con Estados Unidos, junto con la retirada inicial del Reino Unido del Canal de Suez, generaron preocupación entre los líderes militares israelíes. En respuesta, se lanzó la Operación Susannah, una campaña de sabotajes en Egipto contra objetivos británicos y estadounidenses, con la intención de deteriorar las relaciones entre estos países y el gobierno egipcio. Sin embargo, la operación fue descubierta, lo que resultó en un escándalo conocido como el Asunto Lavon, que llevó a la dimisión del Ministro de Defensa israelí Pinhas Lavon, siendo reemplazado por David Ben-Gurión. En 1956, el conflicto entre Egipto e Israel se intensificó, con frecuentes incursiones de guerrillas egipcias en Israel y represalias israelíes. El 26 de julio de ese año, Nasser nacionalizó el Canal de Suez, cerrándolo a buques que transportaban suministros a Israel y bloqueando el Golfo de Aqaba. Molestos, Reino Unido y Francia, los antiguos controladores del canal, alcanzaron un acuerdo secreto con Israel para una intervención militar. En octubre de 1956, Israel invadió la península del Sinaí y la Franja de Gaza, mientras las fuerzas franco-británicas ocuparon el canal bajo el pretexto de restaurar el orden.

  • La Guerra de los Seis Días: el 5 de junio de 1967, la aviación israelí lanzó un ataque sorpresa contra Egipto, destruyendo gran parte de su fuerza aérea y extendiendo los ataques a Siria y Jordania. En solo seis días, Israel derrotó a las fuerzas de Egipto, Jordania y Siria, tomando el control de la península del Sinaí, Gaza, los Altos del Golán y Cisjordania, incluida Jerusalén Este. El 11 de junio se acordó un cese al fuego. El conflicto llevó a la adopción de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, basada en el principio de «territorio a cambio de paz», que buscaba una solución pacífica en la región. Sin embargo, las partes no llegaron a un acuerdo y las tensiones persistieron.

  • La Guerra de Yom Kipur: el 6 de octubre de 1973, en pleno Yom Kipur, Egipto y Siria lanzaron un ataque sorpresa contra Israel, logrando avances iniciales. No obstante, tras tres semanas de combates, las fuerzas israelíes recuperaron el terreno perdido. Un alto al fuego mediado por la ONU puso fin al conflicto, pero la guerra impulsó a Israel a buscar acuerdos que garantizaran su seguridad. En enero y mayo de 1974, se firmaron acuerdos de separación de fuerzas con Egipto y Siria, respectivamente.

  • El proceso de paz con Egipto: en noviembre de 1977, el presidente egipcio Anwar el-Sadat visitó Jerusalén, un gesto histórico que abrió la puerta a negociaciones directas con Israel. En 1978, bajo los auspicios del presidente estadounidense Jimmy Carter, Sadat y el primer ministro israelí Menájem Beguín firmaron los acuerdos de Camp David, que sentaron las bases para un tratado de paz entre ambos países. El tratado se firmó en 1979, y en 1982 Israel devolvió el Sinaí a Egipto.

  • El conflicto con el Líbano: tras la expulsión de militantes palestinos de Jordania en 1970, el sur del Líbano se convirtió en una base de operaciones contra Israel. En 1978, Israel lanzó la Operación Litani, invadiendo el sur del Líbano en respuesta a los ataques palestinos. A pesar de la retirada israelí tras una resolución de la ONU, las hostilidades continuaron. En 1982, Israel volvió a invadir el Líbano para eliminar la presencia del Frente de Liberación Palestina (FLP). Aunque inicialmente algunos libaneses vieron con buenos ojos la intervención, la prolongada ocupación israelí generó rechazo. En 2000, bajo presión internacional, Israel retiró todas sus tropas del Líbano.

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