Historia de éxito de las vacunas
En 1974, la Asamblea Mundial de la Salud lanzó el Programa Ampliado de Inmunización (PAI), con el objetivo de erradicar enfermedades como la difteria, el tétano, la tos ferina, el sarampión, la poliomielitis, la tuberculosis y la viruela para 1990. Desde entonces, el PAI se ha expandido para incluir vacunas contra otras enfermedades, marcando un antes y un después en la salud mundial.
Los investigadores utilizaron modelos matemáticos y estadísticos que abarcaron datos de 194 países desde 1974 hasta 2024. Este análisis incluyó 14 enfermedades, enfocándose en aquellas cubiertas por el PAI y otras adicionales como la encefalitis japonesa, la meningitis A y la fiebre amarilla, que representan cargas significativas de enfermedad en ciertas regiones.
Los niños han sido los mayores beneficiarios de estas campañas de vacunación. Desde 1974, las tasas de mortalidad en la niñez han disminuido drásticamente, especialmente antes de que cumplan su primer año de vida. Casi un 40% de esta reducción se atribuye directamente a las vacunas, destacando su papel crítico en la supervivencia infantil.
El sarampión, por ejemplo, ha sido responsable de salvar un 60% de las 152 millones de vidas, evidenciando su rápida propagación y la eficacia de las vacunas para contener su impacto mortal. Este éxito ha sido más pronunciado en los niños nacidos en los años 80, período en el que se intensificaron los esfuerzos globales para combatir enfermedades como el sarampión, la poliomielitis y la tos ferina.
A pesar de estos logros, la pandemia de COVID-19 ha afectado la cobertura de vacunación, particularmente contra el sarampión. De un 86% de cobertura en 2019, la cifra ha descendido al 83% en 2022, lo cual es preocupante dado que se necesita un nivel superior al 95% para alcanzar la inmunidad de rebaño contra esta enfermedad.
En lugares como Australia, la cobertura de vacunación ha disminuido aún más, incluyendo vacunas contra el sarampión, las paperas y la rubéola, comparado con los datos anteriores a la pandemia, retrocesos que evidencian la necesidad urgente de mantener y fortalecer los programas de vacunación a nivel global.
Si bien el estudio no incluyó datos de vacunas recientes como las de COVID-19 o el virus del papiloma humano (VPH), sus resultados son un testimonio del éxito duradero de los programas de vacunación a lo largo del tiempo. Es importante continuar invirtiendo en vacunas seguras y efectivas para asegurar que las generaciones futuras también se beneficien de estos avances en la salud pública.