Durante mucho tiempo, los misterios del cuerpo humano y las emociones, como el deseo, se explicaban mediante relatos que aliviaban la incertidumbre de la vida. Sin embargo, la llegada de herramientas científicas transformó esa perspectiva. En este contexto, la testosterona ha sido una hormona profundamente vinculada a la masculinidad. Producida mayoritariamente en los testículos, su reputación como símbolo de fuerza, confianza y deseo sexual sigue vigente, a pesar de intentos en algunos sectores por diluir su influencia cultural. Sin embargo, los estudios científicos desafían la idea de que niveles altos de testosterona sean sinónimo de mayor deseo.
Un estudio desmiente mitos sobre la testosterona y el deseo
La revista Proceedings of the Royal Society B ha publicado una investigación que cuestiona la creencia de que la testosterona regula directamente las fluctuaciones en el deseo masculino. El estudio analizó a 41 hombres durante un mes, midiendo sus niveles de testosterona en saliva y registrando su deseo sexual diario. Los resultados fueron concluyentes: no se encontró relación positiva entre la cantidad de testosterona y los cambios en el deseo en hombres con niveles normales de esta hormona.
Más testosterona, más cortejo
Aunque la conexión entre testosterona y deseo resultó débil, el estudio reveló un hallazgo interesante: cuando los niveles de la hormona se incrementaban, los hombres solteros tendían a dedicar más esfuerzo al cortejo, especialmente en interacciones con personas atractivas. Según James Roney, líder del estudio e investigador en la Universidad de California en Santa Bárbara, este patrón podría explicarse por una analogía con comportamientos de otras especies: “En algunos animales, la testosterona no solo regula el deseo sexual, sino también el esfuerzo competitivo, como pelear por recursos o atraer a parejas”.
Suplementos y otros factores
Los hallazgos tienen implicaciones prácticas. Los suplementos de testosterona, populares entre hombres que buscan mejorar su energía o deseo sexual, probablemente no resuelvan problemas de libido en aquellos con niveles normales de la hormona. “No observamos diferencias significativas en el deseo de los participantes entre los días con niveles altos y bajos de testosterona”, explicó Roney.
Además, factores externos como el estilo de vida y las circunstancias sociales también juegan un papel crucial. Por ejemplo, la obesidad puede reducir la testosterona, mientras que perder un 10% de grasa corporal puede incrementarla. Las relaciones estables y la paternidad también influyen: los hombres en relaciones largas tienen niveles más bajos, que descienden aún más cuando dedican tiempo al cuidado de los hijos.
Testosterona, pareja y paternidad
Curiosamente, los niveles de testosterona pueden influir en diferentes etapas de la vida amorosa. Estudios previos han demostrado que interactuar con una posible pareja eleva la testosterona en hombres, favoreciendo comportamientos de cortejo. Sin embargo, una vez consolidada la relación, los niveles tienden a disminuir, ayudando a fortalecer el vínculo y enfocar la energía en la crianza.
Para Carole Hooven, experta en biología evolutiva, estos resultados refuerzan lo ya observado en investigaciones anteriores: “Lo importante no son las fluctuaciones puntuales de testosterona, sino las diferencias entre los niveles por sexo. Cuando una persona transiciona a niveles hormonales masculinos, su deseo sexual se incrementa significativamente, mientras que se reduce al adoptar niveles femeninos”.