El socialismo, tarde o temprano, siempre acaba mal. Los diferentes experimentos socialistas llevados a cabo a lo largo de la historia han dado como resultado menos libertad y más pobreza. La única diferencia entre unos y otros ha sido el grado y la intensidad de la tragedia cosechada, de modo que, cuanto más socialismo, menos libertad y más pobreza. Venezuela, por desgracia, no es una excepción.
La revolución bolivariana que lideró el militar golpista Hugo Chávez trajo consigo el “socialismo del siglo XXI”, que no es otra cosa que la variante caribeña del comunismo de toda la vida, solo que bajo otros ropajes y emblemas. Con el apoyo y la inspiración de la dictadura castrista de Cuba, el chavismo llegó al poder en Venezuela en 1999 prometiendo bienestar económico y limpieza democrática para acabar con la corrupción.
Y lo hizo, además, por la vía de las urnas. La mayoría de venezolanos votó a Chávez, pero el problema de los populistas y totalitarios es que basta con que el pueblo se equivoque una vez para sumir a todo un país en el más absoluto de los desastres. Venezuela fue uno de los diez países más ricos del mundo durante buena parte del siglo XX y el más rico de Sudamérica hasta casi finales del pasado siglo. Tanto es así que era destino habitual de inmigrantes procedentes de Europa y buena parte de Hispanoamérica en busca de una vida mejor.
Pero todo eso quedó atrás con la llegada del socialismo de corte chavista. El PIB se ha hundido un 75% desde 2013, mientras que la producción de petróleo lo ha hecho un 80%, una caída que carece de precedentes. La inflación acumulada es de 2 millones por cierto y más del 80% de la población vive en la miseria, sin apenas recursos para subsistir. Prueba de ello es que el 65% de los menores padece desnutrición. El salario mínimo ronda los 3 dólares al mes y el sueldo medio en el sector privado apenas supera los 100 dólares.
Sin embargo, al margen de estos datos, la mayor prueba del infierno venezolano es que 8 millones de personas han huido del país en los últimos años, casi el 25% de la población, debido a la pobreza, la represión y la criminalidad. Se trata del mayor éxodo registrado en ausencia de guerra.
Los únicos que han ganado con el desastre chavista es el propio régimen y sus aliados, quienes se han embolsado miles de millones de dólares con la corrupción generalizada y el negocio del narcotráfico. De ahí, precisamente, que no quieran dejar el poder. Maduro y los suyos aguantarán hasta el final para seguir robando a manos llenas con total impunidad mediante el fraude electoral y la represión.
La única vía de escape que tiene el pueblo venezolano es levantarse contra el régimen, con o sin apoyo externo, para forzar la salida de Maduro y los suyos. La historia demuestra que, una vez que los comunistas alcanzan el poder, jamás lo abandonan voluntaria ni pacíficamente.
