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14 Nov 2024
14 Nov 2024
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Los aliados de Israel y los aliados de Palestina

Ayer se cumplió un año desde la ofensiva israelí sobre Gaza tras los ataques de Hamás. En este contexto, es importante conocer a los aliados de cada uno de los actores del conflicto
Conflicto palestino-israelí

Imagen: Guerra Israel-Palestina

Aliados de Palestina

La relación de enemistad entre Israel e Irán se remonta a 1979, tras la revolución de los ayatolás que llevó al poder a Jomeini. Sin embargo, hasta entonces la relación entre ambos países siempre había sido cordial, pese a que Irán se opusiera a la creación del Estado de Israel en 1948.

Entonces, Irán era una monarquía en la que reinaban los shas de la dinastía Pahlaví y uno de los principales aliados de Estados Unidos en Oriente Medio. Por ello, el fundador de Israel y su primer jefe de gobierno, David Ben-Gurión, buscó y consiguió la amistad iraní como forma de contrarrestar el rechazo al nuevo Estado judío de sus vecinos árabes. Pero en 1979 la Revolución de Ruhollah Jomeini derrocó al sha e impuso una república islámica que se presentaba como la defensora de los oprimidos y tenía en el rechazo al imperialismo de Estados Unidos y a su aliado Israel una de sus principales señas de identidad.

El nuevo régimen de los ayatolás rompió las relaciones con Israel, dejó de reconocer la validez del pasaporte de sus ciudadanos y cedió la embajada israelí en Teherán a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que lideraba la lucha por un Estado palestino. Según Alí Vaez, director de director del Programa para Irán del International Crisis Group, un centro de análisis, “la animadversión hacia Israel fue un pilar del nuevo régimen iraní debido a que muchos de sus líderes se habían entrenado y participado en acciones de guerrilla con los palestinos en lugares como Líbano y tenían una gran simpatía por ellos”.

De esta manera, Jomeini empezó a reivindicar la causa palestina como propia, y las manifestaciones en apoyo al pueblo palestino con apoyo del régimen se convirtieron en habituales en Teherán.

El pulso entre Irán e Israel ha sido descrito como una “guerra en la sombra” porque ambos países se han atacado mutuamente sin que en muchos casos ninguno de los dos gobiernos admitiera oficialmente su participación. En 1992, el grupo Yihad Islámica, afín a Irán, voló la embajada israelí en Buenos Aires, causando 29 muertos. Poco antes, había sido asesinado el líder de Hizbulá, Abbas al-Musawi, en un atentado atribuido a los servicios de inteligencia de Israel.

Otra fuente de tensión entre ambos países tiene como causa la guerra civil en Siria que comenzó en el año 2011. La inteligencia occidental señala que Irán envió dinero, armas e instructores a apoyar a las fuerzas del presidente Bashar al Assad frente a los insurgentes que buscaban derrocarlo, lo que hizo saltar las alarmas de Israel, ya que cree que la vecina Siria es una de las principales rutas a través de la que los iraníes envían armamento y equipos a Hizbulá en Líbano.

Aliados de Israel

Pero el aliado por excelencia de Israel es EEUU. La relación de amistad entre Estados Unidos e Israel se remonta a la creación misma del Estado hebreo en 1948, siendo de hecho el primer país en reconocerlo. Fue un movimiento simbólico de la Administración Truman, aunque posteriormente EEUU mantuviera el embargo de armas a Israel –y a aquellos países que participaron en la guerra árabe-israelí que tuvo lugar inmediatamente después– y que levantaría posteriormente John F. Kennedy. La decisión del reconocimiento enfrentó además a Truman con su propio Departamento de Estado, cuyo entonces secretario, George C. Marshall, se oponía a dar ese paso. Desde entonces, ambos países han mantenido una relación más o menos sólida durante más de 75 años, con dos momentos especialmente decisivos: la guerra de 1967 y la llegada de la Administración Reagan.

Hasta 1967, Israel mantuvo relaciones cordiales con EEUU, pero no tan estrechas como serían posteriormente. No era el mayor receptor de ayuda militar estadounidense y los propios israelíes albergaban dudas sobre la capacidad de su país para hacer frente al previsible ataque coordinado de los Estados árabes vecinos. Pero la formidable victoria de Israel sobre Siria y Egipto, los principales aliados de la Unión Soviética en Oriente Medio, en un momento de contención de la Guerra Fría en el que EEUU buscaba que el conflicto no se convirtiera en una batalla mayor, cambió el estatus de Israel a ojos de Washington y el papel estadounidense en el conflicto árabe-israelí.

El entonces presidente norteamericano, Lyndon B. Johnson, fue el primero en recibir a un primer ministro israelí en la Casa Blanca y en proporcionar al país hebreo sistemas de armas ofensivas. Johnson pediría la retirada israelí a cambio de paz. Su discurso del 19 de junio de 1967 anticipó en muchos aspectos la que sería la Resolución 242 del Consejo de Seguridad, que pedía la retirada de Israel de “los territorios ocupados” a cambio de “la terminación de todas las reclamaciones o estados de beligerancia y el respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y de su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas, libres de amenazas o actos de fuerza”.

El segundo punto de inflexión se produjo bajo la Administración Reagan, que brindó un enorme apoyo a Israel e institucionalizó la relación. Pero quizás lo más importante fue que la justificación para apoyar a Israel desplazó su eje argumental desde el razonamiento moral que había prevalecido anteriormente hacia un conjunto de justificaciones estratégicas. Este cambio se vio plasmado en diversas medidas concretas, como el reconocimiento de Israel como “aliado no-OTAN”.

En la actualidad Israel se mantiene como el principal receptor de ayuda estadounidense, una ayuda que alcanza la cifra de 3600 millones de dólares, que le ha permitido transformar sus Fuerzas Armadas y mantener la “ventaja militar cualitativa” frente a sus vecinos. Además, el Gobierno de Biden ha aumentado la presencia militar estadounidense en la región, con el envío de más aviones, buques y soldados, y con un refuerzo del apoyo en materia de inteligencia.

A nivel diplomático, ha vetado varias resoluciones de Naciones Unidas que solicitaban un alto el fuego en Gaza o el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino. Este apoyo se debe, de nuevo, a decisiones estratégicas, pues Israel es el elemento de contención del enemigo estadounidense en la zona, Irán.

El caso de los países árabes

La relación de los países árabes con Israel ha sido conflictiva y cambiante. En los orígenes del Estado israelí, los vínculos con sus vecinos estuvieron marcados por el conflicto con Palestina. Impulsados por el auge del panarabismo, los países de la Liga Árabe respaldaron las aspiraciones palestinas de tener un Estado propio en la región. Ello les llevó a rechazar el plan de partición impulsado por Naciones Unidas en 1947, en el que se proponía la creación de un Estado árabe y uno judío en Palestina, así como la declaración de independencia de Israel al año siguiente.

Entre 1949 y 1973, Turquía e Irán fueron los únicos países musulmanes que reconocieron la independencia israelí. Por entonces, ambos estaban gobernados por autoridades cercanas a Estados Unidos. Mientras tanto, los Estados árabes como Egipto, Siria y Jordania se involucraron militarmente a favor de Palestina en las guerras árabe-israelíes, como la de 1967.

El final de la guerra en el Yom Kippur en 1973 marcó un punto de inflexión en las relaciones de Israel con el mundo árabe. Hasta entonces, los países árabes habían mantenido una postura inflexible negando la legitimidad del Estado israelí. Sin embargo, aquel conflicto abrió la puerta a las negociaciones entre Egipto e Israel, que culminaron con los acuerdos de paz de Camp David en 1979. En estos pactos, el presidente egipcio, Anwar el-Sadat, accedió a reconocer al Estado de Israel a cambio de que las tropas israelíes se retiraran de la península del Sinaí. De esta manera, Egipto se convertía en el primer país árabe que establecía lazos diplomáticos con el país judío. Sin embargo, ese mismo año, la revolución de los ayatolás provocó que Teherán rompiera sus relaciones con Israel.

El segundo hito en las relaciones arabo-israelíes se produjo en 1993. Ese mismo año, el Gobierno israelí de Isaac Rabin selló los acuerdos de Oslo con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El tratado establecía por primera vez el reconocimiento de la OLP al Estado de Israel, al mismo tiempo que Tel Aviv autorizaba la creación de un autogobierno interino palestino bajo el nombre de Autoridad Nacional Palestina (ANP). Este acuerdo hizo que Jordania fuera el segundo país árabe en reconocer a Israel al año siguiente.

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