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Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat de Cataluña y fugitivo de la Justicia española, atraviesa una fase de desilusión y frustración política, según fuentes cercanas a él. El líder de Junts, que no ha logrado consolidar el control en las principales instituciones catalanas, se siente «derrotado» y así lo expresan allegados a ABC. Tras haber perdido el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona, ahora también ve la Generalitat en manos del socialista Salvador Illa, algo que aún no asimila completamente.
Una amnistía que no llega y el distanciamiento con La Moncloa
Desde su residencia en Waterloo, Puigdemont considera que ha sido engañado por el Gobierno de España, ya que la esperada amnistía no le beneficia. Además, sospecha que el Ejecutivo de Pedro Sánchez está intentando dilatar el proceso, convenciendo al presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, de retrasar la resolución. A pesar de sentirse traicionado, Puigdemont no parece dispuesto a retirarse de la batalla política.
Uno de los principales motivos de enfado de Puigdemont es que, a pesar de haber sido clave con sus siete votos en la investidura de Sánchez, no ha recibido el mismo apoyo del PSC en Cataluña. Esta decepción se agrava por el hecho de que Illa está reuniéndose con todos los expresidentes catalanes, excepto con él. Esta exclusión ha molestado profundamente al líder de los independentistas, quien el pasado viernes estuvo a punto de cancelar su reunión con el número tres del PSOE, Santos Cerdán, aunque finalmente accedió. Sin embargo, la reunión fue descrita por fuentes cercanas como un «fracaso absoluto», ya que las demandas económicas de Junts no fueron aceptadas por los socialistas.
Dos posibles caminos: moción de confianza o ruptura definitiva
Con las negociaciones entre Junts y el PSOE prácticamente rotas, en Waterloo barajan dos opciones. La primera es que Sánchez presente una moción de confianza. «O la presenta, o se acabó», señalan fuentes cercanas a Puigdemont, quien estaría dispuesto a retirar su apoyo al Gobierno en el Congreso, lo que pondría en riesgo la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. La segunda opción es más radical: Puigdemont ha sugerido que si Sánchez quiere su respaldo, deberá acudir personalmente a Waterloo.
Sánchez busca retomar el diálogo
En este contexto de tensión, el presidente del Gobierno parece decidido a sentar nuevamente a Puigdemont en la mesa de negociación. Según informes publicados por El Nacional, Sánchez considera esencial contar con el apoyo de una mayoría parlamentaria para gobernar con estabilidad. Aunque ha mencionado la posibilidad de gestionar sin la necesidad del Legislativo, la idea de retomar las conversaciones con Junts sigue sobre la mesa.