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7 Sep 2024
7 Sep 2024
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El dilema de Neo

¿Cuánta verdad hay en nuestra vida? ¿Cómo es que crece sin parar la gente que se traga cualquier bulo?

David Cerdá ha presentado, tras doce años de trabajo, un libro que plantea la dicotomía entre vivir de manera responsable y verdadera, o dejarse llevar por la superficialidad y el abandono moral.

Para ello, trata temas como la inmediatez en la que vivimos, los debates llevados por el sentimiento, la resistencia al cambio de opinión, y en contraste, proporciona esperanza y claridad frente a la pandemia relativista.

La lucidez como meta

“La lucidez es la valentía de atreverse a pensar hasta las últimas consecuencias y actuar con arreglo a ellas.”

Cerdá define la lucidez como un compromiso irrenunciable con la verdad. Ser lúcido implica no solo reconocer la realidad, sino actuar conforme a ella, incluso cuando es incómoda o desafiante. La lucidez se presenta como un amor a la verdad que demanda coraje y madurez. El lúcido nunca se expresará con la certeza absoluta propia de los gurús. Una persona receptiva a los cambios siempre sabrá que la verdad es un proyecto en desarrollo, una aventura única sin meta en el horizonte. Es por ello que, como decía Morfeo en la película Matrix, “debemos procurar no pensar en términos de correcto e incorrecto”, y Cerdá añade que “no hay atajos que valgan para el deseo fructífero y pleno de acercarse a la realidad cuanto se pueda. (…) Por querer entenderlo todo demasiado pronto, hay mucha gente que nunca llega a entender nada.”

La búsqueda de la verdad requiere tiempo y paciencia; no hay atajos. Nada se logra con sacrificios rápidos; el pensamiento necesita madurar. Esto se consigue con hábitos responsables, tanto intelectuales como emocionales. Cerdá recuerda que debemos fomentar la duda, explorar diferentes perspectivas, conversar con calma y posponer las conclusiones. Solo así evitamos conclusiones superficiales. También hay que atreverse a fallar, ya que el exceso de sensatez puede ser perjudicial; ni el temeroso ni el perfeccionista alcanzarán la lucidez.

“La perfección es el mejor propósito y el peor objetivo, la actitud más loable y la meta más insensata”

La realidad y el relativismo

Cerdá nos desafía a asumir un compromiso personal con la realidad, entendiéndola como única e inamovible. Lo convencido que yo esté de algo no cambia la realidad. La realidad existe objetiva e independientemente de nosotros.

La búsqueda de la verdad no es solo un ejercicio intelectual, sino un proyecto de vida que nos exige autoexamen y valentía. La recompensa es una vida más plena y significativa, donde cada decisión se alinea con nuestros valores más profundos.

Cerdá recalca la importancia de estudiar muchas fuentes distintas. Lo que te enseña este libro no es más que el sentido común, aquel que te dice que tu visión de la realidad será más profunda y verdadera conforme más puntos de vista hayas recopilado.

Sin embargo, no todos los puntos de vista tienen el mismo valor, y el derecho a expresarse resulta insípido sin un significado posterior profundo. David Cerdá subraya que hay que combatir el relativismo, que aniquila la verdad.

Argumenta que el relativismo, a menudo disfrazado de respeto, es en realidad una forma de insolidaridad y cobardía. Este relativismo, que se manifiesta en la afirmación de que «todo el mundo tiene razón a su manera», no es un reflejo de auténtico respeto, sino una señal de pereza intelectual. La verdadera tolerancia permite la expresión de ideas sin imponer cambios, pero no implica igualar el valor de todas las opiniones.

Este concepto se vuelve evidente cuando se examinan ciertas prácticas culturales que perpetúan la desigualdad. Por ejemplo, en algunas culturas, las mujeres aún son tratadas como inferiores a los hombres, o las parejas del mismo sexo enfrentan señalamiento y enjuiciamiento.

Contra la superficialidad y la inmediatez

“Estar sometido a lo inmediato no es lo mismo que vivir el presente”

No es extraño que lleguemos a creer que lo fundamental se nos escapa. Somos lo que vemos, escuchamos, leemos y conversamos, y nuestra atención es limitada. Cada persona puede manejar solo unas pocas tareas al mismo tiempo: trabajo, familia, deporte y apenas un par de hobbies. Si llenas tu tiempo con actividades superfluas, tu vida se llenará de tales cosas. Perder solo una hora de tu tiempo libre puede tener efectos críticos en tu atención. No es lo mismo dedicar una hora de veinticuatro que tiene un día a mirar Twitter, que dedicar una hora de las dos horas libres que tienes en el día, especialmente cuando también debes ser funcional en las conversaciones diarias del hogar.

Preguntar y dudar

“La expresión máxima de la grandeza conversacional y la marca indeleble de la lucidez es la capacidad para mudar de parecer.”

Sin duda, las preguntas abiertas nos permiten avanzar más. Para realmente apreciar la verdad, debemos reconocer que estamos rodeados de interrogantes. Es fundamental estar dispuestos a examinar nuestras propias posturas y permitir que otros hagan lo mismo durante las conversaciones. Y la validez de una proposición se basa únicamente en su propio contenido, no en la identidad de quien la propone.

Tratar de tener siempre la razón es un objetivo pobre; solo lleva a argumentos predecibles y poco relevantes. «Ocurre además que las discrepancias, entre gente razonable, siempre hacen sonreír por dentro.» Esa maravillosa sensación de discrepar entre gente razonable. El desacuerdo, a fin de cuentas, puede ser una fuerza crítica y creativa que permite ahondar más en un determinado tema.

La actitud incomprensible de quienes se niegan a intercambiar razones, como la cultura de la cancelación, es alarmante. Nadie está más equivocado que quien cree tener todas las respuestas, todas las veces, todos los días, todo el tiempo.

El dilema de Neo

“La pastilla azul es la del olvido. La pastilla que nos incita a cerrar los ojos ante la difícil ambigüedad del mundo. Es el fármaco de los fanáticos y los superficiales.

La pastilla roja es la del despertar. El difícil camino de la verdad, esquivo, pero amable. La opción inconformista, el compromiso con lo justo y valioso. Es el deleite de poner en entredicho todo lo que parece ser, y no es.

¿Qué va a ser, pastilla roja, o pastilla azul?”

No esperemos a recibir una mala noticia para vivir la vida como nos merecemos. Encuentra esa epifanía cuanto antes y empieza a vivir tu vida de forma lúcida y responsable.

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