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8 Ene 2025
8 Ene 2025
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Reyes republicanos

No juguemos con fuego porque corona y democracia son hermanas siamesas
La princesa Leonor y el rey Felipe VI

“Feliz día de Reyes, aunque yo soy republicano”.


Al final de las fiestas navideñas he oído en más de una ocasión ese saludo que suena a disculpa, como si mentar la monarquía en nuestro país fuese vergonzoso. En efecto, más de uno la ve como una antigualla, residuo medieval que, en los tiempos que corren, no posee más que un valor sentimental o folclórico. Parece estar extendida la creencia de que la corona, como institución jurídica, se basa en premisas irracionales, como la transmisión hereditaria o la inamovilidad de los cargos públicos. Su permanencia sería fruto de una mera contingencia histórica, si bien, con el tiempo, lo ideal sería su desaparición para dar paso a una jefatura del Estado más acorde con la modernidad

¿Para qué sirven los reyes? Pese a que algunos estén convencidos de que son un gasto superfluo, la institución monárquica responde a unas razones que obedecen a una lógica implacable. La corona es garantía de la Constitución. Su majestad es el dique de contención del sistema, su mera presencia constituye un obstáculo para quienes pretenden la ruptura ilegal del régimen democrático. Lo hemos comprobado con los insurrectos catalanes: si en su fantasía soñaban con forzar la secesión al margen de las vías legales aprovechando la debilidad del Gobierno de turno, se toparon con Felipe VI, cuyo discurso despertó a la nación.

Algunos se mostrarán escépticos, imaginando un escenario en el que el propio monarca se pusiera al frente de los facciosos. Semejante hipótesis es muy improbable: los reyes que optaron por esa vía perdieron la corona. Por mero interés, al jefe del Estado conviene defender el orden constitucional, pues es ese mismo orden el que garantiza su permanencia en el cargo. Un Rey-dictador se convertiría en un paria internacional cuyo destino, tarde o temprano, sería el exilio.

La monarquía parlamentaria española está en el punto de mira de los enemigos del régimen constitucional. La imagen del Rey es un recordatorio permanente de la unidad de España, de que sus fuerzas armadas defienden las libertades ciudadanas y de que nuestro país se alinea junto a las naciones civilizadas en el contexto internacional. Por eso a algunos molestó tanto la intervención de los reyes tras las recientes riadas que asolaron la región valenciana. El coraje del gesto puso de relieve el valor de la institución monárquica, cuya iniciativa espoleó a los poderes públicos a actuar.

No juguemos con fuego porque corona y democracia son hermanas siamesas.

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