Hoy, día 26 de abril, nos hemos despertado con un escrito curioso. Un artículo de opinión publicado en elDiario.es firmado por Pedro Almodóvar en el que reflexionaba sobre la posible dimisión de Pedro Sánchez.
El texto ya empezaba fuerte, afirmando que al ver la situación de nuestro pobre presidente no había podido evitar romper en lágrimas. Y es que resulta asombroso ver los ejercicios de telenovela a los que llegan algunos periódicos de este país con tal de blanquear la imagen del presidente.
El artículo, bastante breve ya de por sí, resulta hasta vergonzoso de ver. Consiste en una sucesión de afirmaciones melancólicas sobre lo inhumana que es la derecha con Sánchez, al que poco menos que convierte en un santo moderno. Un mártir socialista. Una mezcla perfecta entre la Virgen de los dolores y San Sebastián, con el pin socialista, por supuesto.
Aunque en algo puedo estar de acuerdo con Almodóvar, “no nos lo merecemos”. Aunque aquí el director, en su desvarío de señora de bien, pretende defender al presidente, lo cierto es que tiene razón. España no se merece a Sánchez. No se merece un presidente que ha hecho de la mentira, cambios de opinión, y de la corrupción la forma de actuar del Estado.
Sánchez no está siendo presionado por encima de lo debido, porque no hay un límite. Sánchez es presidente del país, el líder del ejecutivo, y su vida y sus acciones no son aspectos privados. Todas y cada una de sus acciones, como líder democrático, deben ser puestas a tela de juicio.
Por mucho que Almodóvar, no sé si por desconocimiento o simple deseo de financiación, se enfoque en convertir a Sánchez en una hermanita de la caridad, no lo es ni lo será.
Es un presidente y debe actuar como tal. Si quiere ser respetado, debe actuar con decisión, con honor y mostrando a la población que está por encima de los insultos y las malas maneras. Aunque, por supuesto, no lo hará. No olvidemos que el señor Óscar Puente, la elegancia hecha persona, es ministro por obra y gracia de este santo socialista.
Así que basta ya de victimismo, y de hacer las cosas para una sesión de televisión de tarde. Sánchez no es una víctima, ni un pobre hombre al que atacan. Sánchez es un presidente y si tiene que dimitir, que dimita, pero que deje de quejarse por los gajes del oficio del cargo al que tanto se aferra.
