Fotografía de: Juan Algar (Getty)
Es muy frecuente leer noticias relativas a la cada vez más baja natalidad en España. Se aborda este problema desde muy diversos enfoques y son muchos los motivos por los que en la prensa y en la opinión pública se considera que en España cada año nacen menos niños: los costes de asociados a la maternidad, las dificultades en el acceso a la vivienda, las escasas ayudas desde las administraciones públicas e, incluso, se habla de la precariedad laboral.
Esta misma semana el Gobierno de España ha anunciado que está trabajando en la elaboración de una Ley de Familias con el objetivo de establecer un marco para que las diferentes administraciones de nuestro país puedan implementar políticas de apoyo a las familias. Sin embargo, las ayudas directas a las familias no van a solucionar el problema de la baja natalidad, pues una ayuda directa difícilmente provoca un cambio en la forma de actuar de los ciudadanos, sino que generalmente para conseguir cualquier ayuda el padre o madre tendrá que enfrentarse a la burocracia habitual y, además, siempre será posible que en sucesivos años la ayuda cambie o incluso desaparezca.
El sacrificio del desarrollo profesional
En mi opinión, uno de los factores que determinan la reducida natalidad en nuestro país es el impacto que, por desgracia, la natalidad tiene en el desarrollo profesional de las madres. Resulta evidente que hombre y mujer no compiten en igualdad de condiciones en el mercado laboral desde el momento en que a lo largo de su trayectoria laboral la mujer puede tener periodos de embarazo y lactancia. Siendo así, mujer y hombre sólo compiten en igualdad de condiciones si en una misma trayectoria laboral la mujer nunca inicia un proceso de embarazo, pero eso nos conduce inevitablemente al problema de la baja natalidad.
Las medidas que en los últimos años se han implantado a través de la normativa laboral que intentan igualar a hombre y mujer en caso de maternidad, esto es, igualdad del padre y la madre en la baja por maternidad y paternidad y las medidas que está planteando el Gobierno de España incluir en la futura Ley de Familias, no solucionan la pérdida de competitividad de la mujer frente al hombre en la carrera profesional ni tampoco incentivan la contratación de las mujeres.
Más concretamente, no incentivan la contratación de las mujeres madres por parte de las empresas. Y es que es precisamente el incentivo a la contratación de las mujeres madres lo que debería inspirar a los gobernantes en la elaboración de la normativa sobre familias y fomento de la natalidad.
Las posibles soluciones
Una medida que ayudaría a incrementar la natalidad e igualaría las posiciones entre hombre y mujer en la competencia laboral sería bonificar las cuotas a la Seguridad Social que las empresas deben pagar por sus trabajadoras madres. Cualquier empresario se vería muy atraído en contratar a una mujer madre si se pudiera beneficiar con esta medida o con cualquier otra que, sin imponer, prohibir o limitar de cualquier forma la libertad del empresario le incentive a contratar a una madre.
Y por el lado de la mujeres, este tipo de medidas les dotaría de seguridad a la hora de plantearse tener hijos, pues la desventaja natural que les supone ser madre en su carrera profesional se vería compensada con el hecho de siendo madre su contratación en el futuro resultará muy atractiva al empresario. Y si, además, esto hace que la natalidad empiece a aumentar, ganamos todos.
