«Su voz se escucha no sólo en los rincones oscuros, sino en la radio, televisión y Youtube”
Un fantasma recorre España. Se intuye su presencia en las sombras y las esquinas. Deja tras de sí un aire frío y denso y todos los que lo han percibido saben que algo no va bien. Como en una casa encantada, cada sombra parece amenazar y cada ruido es una señal inequívoca de peligro. Nunca se sabe cuándo de la oscuridad va a aparecer su presencia; decadente, furiosa y marchita.
Se cuenta, entre el terror y las hogueras, que aquel fantasma fue antes una gran figura, un prohombre, pero que ahora sólo busca vengarse de quienes considera traidores. Su voz se escucha no sólo en los rincones oscuros, sino en la radio, televisión y Youtube. Hasta dicen, aunque son leyendas que me niego a creer, que ahora se ha hecho con un periódico. Terrorífico.
Desde esos espacios se oyen insultos a diestra y siniestra. Es un fantasma enfadado, como he dicho. A la derecha política y a los “traidores”, y con él avanzan en procesión una mujer bajita y un hombre pelirrojo. Estos repiten sus palabras y le dejan chistes en bandeja. No son muy buenos. De nuevo, es un fantasma furioso.
Se cuenta también que este fantasma fue un seductor, un don juan, y que caían ante él todas las mujeres que desease. Difícil de pensar, pero se afirma que la muerte le ha sentado bien, hasta se recorta más el pelo en la ultratumba. Habrá buenos peluqueros en el más allá. Tiene su sentido, supongo.
Pero como todos los fantasmas, se encuentra entre nosotros por un desamor. Como no. Una mujer a la que amaba le traicionó y le quitó su hacienda. Sus posesiones, logradas durante años, pasaron a las manos de una gallega que las dirige con puño de acero. Quien mejor para tratar con fantasmas que los gallegos, como el que escribe, que siempre hemos tenido cercanía con lo místico.
Esta gallega ha tomado todo lo que antes fue del fantasma. Cada milímetro de tierra e inmueble. Un gran castillo morado, dicen, antes plagado por los sirvientes del espectro, ahora obedecen a la gallega que, entre queimada y queimada, le ha usurpado el puesto. Y eso enfurece al fantasma, antes poderoso y ahora nada.
Todavía hay hombres que le siguen y que alaban su nombre. Casi le llaman “mi señor”, aunque cada vez son menos. Quiso conquistar el cielo, pero se está quedando sin soldados. Yo les entiendo, que sentido tiene ahora seguir a un muerto que solo se queja.
Dicen que un fantasma recorre España, oculto, furioso y sin coleta. Cuentan que un fantasma recorre España: es el fantasma de un vicepresidente.
