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8 Jul 2024
8 Jul 2024
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¿Uropa? ¿Eso ké é?

Culpa de una Europa que no ha sabido hacer autocrítica, ni gestionar su riqueza, ni saber en qué se va a convertir siendo multicultural.

Me da que ustedes son muy jóvenes para que recuerden lo ilusionados que andábamos hace eones con el tema de la CEE por esta parte de los Pirineos. Donde decían nuestros ilustres vecinos que tanto nos quieren y admiran entre untada de fromash a la baguet y soplido de boyolé al coleto, que comenzaba África. Por no recordar ya ni lo harán con el significado de esas siglas de cursos de guitarras por correspondencia. Parecía que no había más anhelo patrio que ese.

Por más que no hicieran más que darnos con la puerta en las narices, entre chamusquinas de camiones de frutas y verduras por la alegre gabachada. Los españoles, con la boina enroscada como un Paco Martínez Soria en plan don erre que erre, empeñaos. ¡Vamos que si no entramos! Qué se habrán creído estos europeos. Que tenemos nosotros más que ver con el olímpico toro raptador de la princesa fenicia, que esos bebedores de cerveza meona, o que esos otros empeñados en hacer muebles con una llave Allen. ¡Zeus es más de la Maestranza que de estadios como el de Heysel! Nos van a decir a nosotros, que le dimos al Carlomagno la del pulpo en Roncesvalles; que hicimos de un belga de Gante un extremeño de pro, por muy emperador que se pusiera; que su prudente hijo Felipe tomaría París con las tropas venidas de esos Países Bajos que ahora quiénes se creen que son. Como esa Bruselas, que lo más bonico de ver es una plaza reconstruida por el gobernador español y su casa número 1 tiene el nombre de «El rey de España». ¡Europa a nosotros!

Y al final entramos

Y al final que entramos, claro, vaya si entramos. Junto con Portugal, eso sí, por aquello de que no se diga que dejamos atrás al perdido reino hispano peninsular. Y nos pusimos a currar como nunca. Que estaban los funcionarios comunitarios (ya saben, de la Comunidad Europea, que luego se pasó a llamar Unión, justo a tiempo para dejar de ser una comunidad y estar más desunidos que nunca, paradojas de la vida), alucinando con el nivel de profesionalidad de los que accedieron al funcionariado europeo, marchando a esas umbrosas tierras como nuevos Tercios de Flandes con portafolios. Donde pagan bien, cierto. Pero es que a ver si no cómo compensas las nulas ganas de ver el cielo encapotado con plomo, la sensación de que a las tres de la tarde comienza a anochecer, y la manía de echar mostaza a los mejillones para que sepan a algo, y mayonesa a las patatas fritas que, además, más parecen cocidas que otra cosa. ¡Poco pagado lo veo, y se lo digo yo que tuve mi época bruselense! ¡Poco pagado!

Pero ya éramos europeos. ¡Certificado por AENOR, la ISO 9001, y sobre todo por el marcado C E para que quedara clarinete! Nos llegó más dinero que corruptos teníamos para llevárselo crudo, recibíamos más lereles de los que teníamos que pagar, y nos pusimos con las autopistas, a modernizar ciudades, a ponerle raíles al AVE, y a cargarnos la industria para ser el primer destino turístico de nuestros socios a medio tostar. Nos creímos ricos y hasta llegamos a serlo. Llegamos al euro más sobrados que las siempre poderosas Francia y Alemania, que miraban con recelo y envidia un nuevo milagro español. ¡Que cuando nos ponemos, nos ponemos! Y teníamos más eurofans de la UE que de Eurovisión. Aunque nos siguieran dando un poquito de lado en los puestos de responsabilidad.

Lo que, vamos a decirlo, ahora que la realidad de este grupo de intereses, que dejó de lado la idea de la Europa de los Ciudadanos, mandó al garete su nula política exterior, y desde luego abandonó la de Defensa, está en crisis, ¡pues culpa de España no ha sido! Una nueva legislatura europea se nos viene. Y cada día tenemos más euroescépticos. Culpa de una Europa que no ha sabido hacer autocrítica, ni gestionar su riqueza, ni saber en qué se va a convertir siendo multicultural. Que así de primeras suena chachiguay. Pero que me da que no. No lo digo yo. Lo dijo un politólogo zurdo como Giovanni Sartori. Un europeísta que creía en Europa de verdad, en sus valores y lo que costó conquistarlos, y que en 2001 nos dio unas recomendaciones en un librito que les animo a leer. Más que otra cosa porque, hablando en esa lengua franca que tuvimos los europenses y fuimos tan tontos de abandonar, Qvo vadis, Europa?

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